Eltono nació en Paris en 1975 y comenzó con el graffiti a finales de los 80 hata finales de los 90. Sus obras eran firmadas por Otone (simplificación de otoño) y ejecutaba piezas sencillas y legibles. Estudió artes plásticas en Saint Denis, de donde salió hacia Madrid en septiembre de 1999 para un intercambio de un año en la Universidad Complutense que se convirtió en una adopción permanente.
Al llegar a Madrid convirtió Otone (léase otón) en Tono, una inversión del orden de las sílabas habitual en el argot juvenil francés. Castellanizó además el nombre acompañándolo del artículo “el” inspirado por el ejemplo de, entre otros, los barceloneses La Mano y El Vino. Después de varios intensos meses escribiendo graffiti y ante la saturación de firmas del entorno madrileño Eltono decidió experimentar con el uso de un icono.
La táctica busca explotar la visibilidad de una imagen entre la uniformidad de los textos. Eltono escogió la figura de un diapasón como traducción gráfica de su nombre. Sus primeros experimentos son muestras de graffiti icónico: sustituye las letras por una imagen, pero la resuelve con los materiales y soluciones formales del graffiti: relleno, borde, y lo que en el argot castellano se suele llamar “3D” y “powerline”.
En seguida desechó esta solución y ya en febrero de 2000 llevó a cabo sus primeros experimentos con pintura plástica enmascarada con cinta de pintor y aplicada con pincel, la técnica que ha utilizado desde entonces en casi todo su trabajo. El uso de materiales tan inusuales y carentes de estigma –que son percibidos incluso como benignos– unido a su actitud respetuosa y preferencia por los soportes abandonados le ha permitido trabajar con libertad.
Los nuevos materiales trajeron consigo nuevas soluciones formales y el diapasón se abstrajo hasta convertirse en una figura geométrica de líneas positivas y negativas uniformes que cambia su dibujo y colores cada vez que aparece. El trabajo de Eltono funciona como una campaña de postgraffiti icónico: repite un icono mutable, un motivo gráfico lo suficientemente constante como para ser identificado de inmediato pero que muta para integrarse en el contexto y para mantener el interés del artista y del público. Además de su trabajo en Madrid, que le convirtió en un elemento habitual de ciertos barrios del casco viejo durante buena parte de la década, el artista comenzó en seguida a exportar la campaña a otras capitales del mundo.
Eltono se distingue por su criterio constructivo y su sensibilidad en la localización. Improvisa in situ formas y colores para integrarse en el equilibrio existente. Escoge casi siempre superficies desatendidas con la intención de reanimar su dignidad y para aprovechar la carga formal de las texturas envejecidas. Tales soportes son a menudo poco visibles, lo que añade privacidad al encuentro fortuito con la obra. Renunciando a la visibilidad sacrifica un buen número de encuentros del espectador con su obra pero incrementa a cambio la capacidad de penetración de cada uno de ellos.
El trabajo callejero de Eltono y de Nuria Mora –su compañera habitual entre 2000 y 2007– llamó la atención de la galería Vacío 9, que representa a los artistas desde 2002. Eltono destacó pronto en la escena internacional y su prestigio no ha dejado de crecer, un hecho al que sin duda han contribuido la calidad de las fotografías con que documenta su trabajo y su temprano y eficiente uso de internet como soporte del portfolio personal. Hoy es una primera figura y produce exposiciones en todo el mundo. Entiende su entrada en el sistema del arte como una oportunidad para conectarlo con la calle y crear una relación que enriquezca a ambas partes. En casi todos sus trabajos para galerías y eventos artísticos no públicos ha tenido como pioridad tender algún tipo de puente entre el interior y el exterior.